miércoles, 29 de julio de 2009

Clausura de la XI Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno del Mecanismo de Diálogo y Concertación de Tuxtla




Discurso de Clausura de la XI Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno del Mecanismo de Diálogo y Concertación de Tuxtla
Óscar Arias Sánchez
Presidente de la República
Hacienda Pinilla, Guanacaste
29 de julio de 2009


Excelentísimos señores Jefes de Estado y de Gobierno, amigas y amigos:

Muchas son las actitudes del hombre e infinitos son sus posibles comportamientos, pero de todos ellos uno de los más gratificantes es sin duda el de servir de anfitrión para sus amigos y hermanos: abrir las puertas de su hogar, y las puertas de su espíritu; compartir su mesa con aquellos que son también inquilinos de su pensamiento, es un privilegio para cualquier persona, pero sobre todo para el mandatario de una nación pacífica como la nuestra, que por carecer de ejército depende para sobrevivir de la amistad y el respeto entre los pueblos. Quiero darles las gracias por haber sido nuestros huéspedes durante esta Cumbre, y espero que al partir no olviden el camino de vuelta. En los portones costarricenses no habrá canceles ni cerrojos para ustedes. Esta es su casa y pueden regresar cuando quieran.
Los temas que nos han ocupado son graves. Una pandemia que mata con la fiebre, y otra que mata con las armas. Economías afectadas por factores externos, pero con debilidades intrínsecas que plantean desafíos para nuestra competitividad. Y encima de esos problemas, que son actuales, el dilema inmediato de Honduras, que nos obliga a enmendar de nuevo el tejido democrático en nuestra región, tantas veces rasgado por la práctica de emplear la fuerza ahí donde pudo haber bastado el diálogo y la voluntad.
Ante la inmensidad de nuestros desafíos es fácil perder la esperanza. Muchos piensan que el futuro no es más que un callejón sin salida. Pero yo creo, como creía Jorge Luis Borges, que el mundo no es caótico, sino laberíntico. No es indescifrable, sino complejo. Las soluciones no serán sencillas y no serán absolutas. Pero así es la política. En ella toda victoria es parcial y todo logro es un escalón más en un ascenso que nunca acaba. Ojalá comprendan eso los hermanos hondureños. Ojalá comprendan que en la democracia, para bien o para mal, la historia se escribe en borrador y no hay garantías de perfección. Ojalá comprendan que el Acuerdo de San José no es un acuerdo de vencedores y perdedores, sino un acuerdo de patriotas. La fe en el diálogo me impulsó a aceptar la mediación en este conflicto, y hoy veo que no soy el único creyente. Somos muchos y no descansaremos. Esta Cumbre será recordada porque en ella todas las naciones de Mesoamérica fueron una voz a favor de la paz. A pesar del pesimismo de algunos, ese coro nos impulsa a continuar.
Muchas gracias.

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